La Responsabilidad Social Corporativa y la Gestión de Residuos

Los beneficios de implantar estrategias y políticas de RSC en el sector de la gestión de residuos son muchos y muy importantes. Las empresas de gestión de residuos sufren con frecuencia de una percepción negativa por parte de su entorno y de la sociedad en general. Un aspecto principal de la gestión basada en principios de RSC es la consideración de los intereses de todos los grupos de interés (GI): personas, entidades asociaciones que pueden afectar o verse afectadas, de forma legítima, por las actividades de la compañía. La satisfacción de las necesidades de los GI más cercanos es obvia: propietarios, accionistas, clientes, pero existen muchos otros: proveedores, competidores, vecinos, administraciones, grupos ecologistas… El hecho de categorizar los GI, conocer sus necesidades y establecer los canales de comunicación con ellos, es dar un paso adelante en la estrategia de sostenibilidad de la compañía y, por tanto, en su perdurabilidad.

La aplicación de principios de RSC conlleva la manifestación, cumplimiento e información a terceros de los compromisos sociales y medioambientales de la organización. Es mediante esa información proporcionada a los GI, como la compañía se relaciona con ellos y está en condiciones de cumplir con las expectativas de los mismos. Este planteamiento tiene múltiples ventajas, entre las más importantes: conseguir mayor eficiencia en la gestión, mejorar la imagen de marca y la reputación, avanzar en las relaciones internas y externas y, en último término, perdurar en el tiempo como empresa y alcanzar la sostenibilidad.

Los aspectos medioambientales son muy importantes en las empresas de gestión de residuos, y aunque están sujetos a estrictas regulaciones legales, suelen ser objeto de disputas con asociaciones de vecinos, grupos ecologistas, hasta a veces, con la propia Administración. La aplicación de la RSC es completamente voluntaria, por lo que supone una autodisciplina que se impone la empresa al objeto de mejorar de forma continua su desempeño y aumentar su reputación ante sus Grupos de Interés.

Por tanto, parece claro que la relación entre la RSC y la Gestión de Residuos debería ser permanente e indisociable, cosa que por desgracia no sucede en la medida que sería deseable. Con la implicación y el trabajo de todos los actores, incluida la Administración, ojalá se mejore esa situación.

Algunas ideas en materia de consumo y producción sostenibles

1. Políticas de diseño de productos, reciclado y gestión de residuos

Diseño de productos en el sentido de mejorar su eficiencia y rendimiento energéticos. En el caso de productos que no consuman energía, se trata de que se tenga en consideración la energía necesaria para su producción, o la energía necesaria para su eliminación o reciclado. También hay productos cuyo diseño puede influir en un menor o mayor consumo energético, una ventana por ejemplo.

Gravar los productos medioambientalmente menos favorecidos, siguiendo el principio de «quien contamina, paga» y, por el contrario, fomentar a nivel impositivo los productos más avanzados medioambientalmente, por ejemplo los que incorporen mayor proporción de materiales reciclados en su composición. Análogamente, fomentar los productos cuyo reciclado o gestión resulten más económicos.

Establecer procedimientos de auditoría y control a fin de comprobar el efectivo reciclado de productos, y la correcta gestión de sus residuos.

Establecimiento de mínimos en el contenido de material reciclado para determinados artículos (automóviles, materiales de plástico,…)

2.    Contratación pública ecológica y estímulo a los organismos públicos a preferir soluciones respetuosas con el medio ambiente.

Un aspecto fundamental para incorporar aspectos ecológicos a la adjudicación de contratos públicos es respetar los principios de no discriminación y transparencia. No discriminación, en el sentido de no tener preferencias a priori por ningún proveedor en particular, y transparencia en el sentido de proporcionar la información relevante a todos los proveedores que pueden optar a un concurso.

En general, los pliegos de condiciones podrían incluir criterios ambientales. En particular, se podría exigir a los proveedores estar comprometidos con la gestión medioambientalmente responsable mediante el uso de sistemas de gestión homologados, tipo ISO 14001 o EMAS.

En igualdad de otras condiciones, como calidad o precio, naturalmente, favorecer las compras a los proveedores locales. La calidad y el precio son dos condicionantes medioambientalmente muy relevantes pues tienen que ver con la eficacia uno y con la eficiencia el otro, en la asignación de recursos.

3. Medidas de mejora del comportamiento medioambiental de los productos.

Evaluación mediante el análisis del ciclo de vida y análisis de la huella de carbono. Una vez más es importante evaluar los impactos ambientales de un producto o servicio «desde la cuna hasta la tumba».

Una vez más, favorecer o penalizar fiscalmente los productos o servicios, en función de su desempeño ambiental.

4. Acciones para mejorar el comportamiento medioambiental de las organizaciones. Acciones de información al consumidor, con el fin de aumentar la demanda de bienes y servicios ecológicamente eficientes.

Promoción de la etiqueta ecológica, que asegura que un producto se ha fabricado siguiendo ciertos estándares aceptados de eficiencia ecológica.

Promoción de cualesquiera otros sistemas de información creíble y accesible (bases de datos,…)

Promoción del etiquetado de eficiencia energética.

Identificación y penalización de empresas que utilicen el efecto green-washing (maquillar un producto con la pátina de “ecológico”, sin que ello responda a la realidad) para la promoción de sus productos o servicios.

Obligación de la realización de auditorías ambientales, por parte de organizaciones terceras, y publicación de los resultados.

PV CYCLE: un caso particular de Sistema Integrado de Gestión

PV CYCLE es una organización sin ánimo de lucro que se constituyó en 2007 con el objeto de implementar un sistema voluntario de recogida y reciclado de paneles fotovoltaicos al final de su vida útil. El compromiso de sus miembros de fomentar el desarrollo sostenible, les impulsa a asumir las implicaciones ambientales de los productos fotovoltaicos a lo largo de toda la cadena de valor.

El ciclo de vida de un panel fotovoltaico es como mínimo de 25 años y como las primeras instalaciones significativas en Europa son de principios de los años 90, se espera que en los próximos años se produzca un aumento significativo de la cantidad de paneles fuera de uso. Para 2015 ya se espera una cantidad de residuos de 15.000 toneladas, multiplicándose casi por diez en los siguientes 15 años.

El programa se financia mediante contribuciones de las empresas participantes en el acuerdo voluntario, e incluye la recogida, selección, almacenamiento y gestión de los paneles fuera de uso. Al objeto de dotar al sistema de la transparencia necesaria, se designarán auditores certificados para verificar la validez de las estadísticas anuales sobre las cantidades recogidas y recicladas, así como para validar las cuestiones financieras.

Actualmente los socios de PV CYCLE representan más del 90% del mercado fotovoltaico europeo, existiendo casi 250 puntos de recogida en casi todos los países de la Unión Europea. En España hay 8 distribuidos a lo largo de la geografía.

Hay disponibles varias técnicas para el reciclado del material fotovoltaico, que serán comentadas próximamente en este blog, y se sigue investigando para optimizar la gestión de los paneles de última generación.

PV CYCLE constituye una iniciativa valiente y responsable para devolver a la circulación un material cuya extracción y preparación es costosa, contribuyendo de forma importante a la sostenibilidad de la industria fotovoltaica.